Orijiiro Desde hace unos días me resucitan los muertos. Cuando abro el cajón un difunto elegante me da los buenos días quitándose el sombrero y algunas noches una abuela de melena blanca llamada Edná me recita leyendas en una lengua que no entiendo. Cuando acaba me desea dulces sueños y juega a tomar el té con el señor del cajón, tan refinado. Hay dos que se cuentan chistes en una esquina. Y un querubín dorado que se ríe balanceándose en la lámpara. Algunos me piden que les mande mensajes a sus novias y es por eso que agoté mi saldo hace unos días. Otros más tradicionales escriben cartas de amor a sus amantes: Valentina, quise darte todo, créeme que quise y si no te di nada fue por no herirte. Valentina, que muerto y todo te quiero y tú lo sabes, que espero el día en que muerta también tú, tampoco dejes de quererme. Enciéndeme una vela para que pueda verte cuando te desnudas, te velaré el sueño y contaré los días, Valentina...